lunes, 30 de junio de 2014

La llegada a casa con el nuevo miembro

En el hospital nos dieron el alta, no habíamos conseguido que durmiera dos horas seguidas y comer, sólo lo habíamos conseguido en ocasiones contadas y con la ayuda de una auxiliar, pero nadie me dijo nada y nos mandaron para casa.
 
Entré en el hospital a mediados de junio, con pantalón largo y zapatillas cerradas porque no hacía mucho calor y salimos del hospital con el sol cayéndonos encima, hacía un calor horroroso, insoportable, pegajoso...
 
Nos montamos en el coche, yo no podía casi ni sentarme del dolor tan horrible que tenía con los puntos y la niña no paró de llorar en el cuarto de hora escaso que duró el trayecto, qué desesperación.
 
Mi madre iba con nosotros en el coche, ocupándose de la niña porque yo no tenía fuerzas para nada.
 
Casi siempre la salida del hospital con la criatura suele ser un acontecimiento importante, incluso se le compra ropa especial que se llama de primera puesta para esta salida. Yo la tenía...
 
Pero estaba tan desesperada que no pensé ni en eso, le pusimos un pijamita y la sacamos a la calle para montarla en el coche. Lloraba tanto...sólo se calmaba en brazos, pero en el coche eso no podía ser.
 
Llegamos a casa, salimos dos y entramos tres... qué emocionante, pero fueron momentos que no pude disfrutar, tenía las hormonas revolucionadas del todo, hacía mucho calor, me dolían muchísimo los puntos, la niña no paraba de llorar y tenía tal cansancio...
 
Lo primero que hicimos nada más llegar fue meterla en su minicuna que la esperaba en el salón y nada más meterla, ya que habíamos conseguido que se calmara en el ascensor, se puso a gritar como una loca. No quería ver la cuna ni en pintura, otra vez la cogimos en brazos y se calmó.
 
Llegó la hora de comer. Qué horror. La niña no se enganchaba al pecho, lo intentamos de todas las maneras posibles, el pecho me estallaba porque la leche no salía. Le dije a Luisín que fuera a comprarme un sacaleches a ver si con el biberón por lo menos comía.
 
Fue a la farmacia de urgencias para conseguir el sacaleches, ya de por sí cuestan un dineral, pero me trajo uno corriente que para ser normalito ya nos costó 60 Euros. Montamos el aparato como pudimos, mi madre tenía a la niña en brazos para que no llorara y yo intenté sacarme la leche, pero no dio resultado alguno, la leche no me salía. Yo estaba cada vez más nerviosa y todo me parecía un horror. Luisín volvió a la farmacia y compró leche de fórmula a ver si así comía algo, pero tampoco resultó, no era capaz de chupar del biberón, y nada más chupar gritaba... Entonces me acordé de un programa de televisión que había visto antes de dar a luz "Bebé a bordo", en Divinity, (del cual tengo mi opinión que si queréis os daré en otro post) y vi que allí recomendaban las pezoneras, algo de lo que yo no había escuchado hablar en mi vida. Le dije a Luisín que fuera otra vez a la farmacia a comprarlas, a ver si con eso era posible.
 
Cuál fue mi sorpresa cuando llegó y me dijo que las pezoneras tenían tallas, que él me había cogido una mediana. Yo no tenía ni idea de eso, pero bueno fuera la talla que fuera teníamos que probar, a ver si éramos capaces de que Garbancita comiera algo y se calmara.
 
Fue ponerla al pecho con las pezoneras y ella empezar a succionar con mucho gusto. ¡¡¡¡Uff que alivio!!! desde ese momento me convertí en fan número uno de las pezoneras aunque leí en todos sitios que no eran recomendables. A día de hoy todavía no entiendo por qué no se recomiendan y por qué en el hospital nadie me sugirió este tipo de cosas, cuando veían como yo que no comía.
 
Conseguimos que aplacara su hambre y se tranquilizara un poco, se durmió en brazos de papá plácidamente, pero fue ponerla en la cuna y ponerse a gritar como si le hubiera pinchado algo. Con el tiempo me enteré que esto se llamaba "El síndrome de la cuna con pinchos". Algo que nos acompañó muchos muchos meses.

2 comentarios:

  1. ja ja ja!! me acabo de enterar que las pezoneras van por tallas!!!! es como si estuvieras comprando en Zara pero en esta ocasión en una farmacia... perdone ¿tiene la L? ja ja ja En mi caso, me quedé con las ganas de darle a Raúl el pecho, ya que no pude... con lo qué, cuando comenzó a ponerse echo una furia en el hospital... directamente biberón y a dormir tan ancho!!!!! Ánimo!! Es una experiencia muy gratificante!!

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