viernes, 6 de junio de 2014

Antes de dar a Luz

Bueno pues ya tenía 20 kilos de más en mi cuerpo, me asfixiaba andando 10 metros, mi humor era oscilante, tan pronto estaba bien como que me entraban los agobios y me enfadaba con el mundo, me costaba mucho dormir porque no era capaz de coger postura y mi nariz seguía súper taponada. Además me había dado por limpiar, continuamente me parecía que todo estaba sucio para la llegada de la pequeña.

Recuerdo que un mes antes de dar a luz fuimos a Galicia a visitar a la familia. Una amiga de Luisín estaba embarazada a puntito de dar a luz, y el marido de ésta le decía:"¿en qué grado de insoportabilidad está la tuya?" aquella frase me hizo mucha gracia. Es verdad, hasta que no pasa, no nos damos cuenta pero hay momentos del embarazo que estamos insoportables, no nos aguantamos ni nosotras mismas, pero claro la revolución hormonal que sufrimos me gustaría que la tuvieran nuestros maridos un solo mes, a ver cómo la llevan ellos.
 
También le preguntó: "¿por qué le ha dado a la tuya? a la mía sólo por la ensaladilla rusa". Es que estando embarazada de repente le cogemos gusto a algo que antes pasaba desapercibido o nos resultaba incluso desagradable. !Ay las hormonas! A mí me dio por los boquerones en vinagre, no veáis que follón para poderlos encontrar y que en las etiquetas pusiera que habían estado congelados para el tema del anisakis y que yo pudiera comerlos. También me dio por la casera blanca, la empecé a encontrar buenísima. ¡Que se lo digan a mi amiga Nuria que cada vez que iba a verla me preparaba unos vasos de casera con limón que a mí me parecían deliciosos!
 
En la última visita al ginecólogo me dijo que Garbancita venía con una vuelta de cordón y que aunque yo estaba preparada para ponerme de parto en cualquier momento, era mejor que me lo provocaran al día siguiente para que ella no sufriera.

Yo tenía mucho miedo, me daba pavor el momento del parto, los dolores, empujar, la llegada de la niña, estaba atemorizada pero si era lo mejor para ella habría que concienciarse.

Tres días antes de dar a luz (teniendo en cuenta que me faltaba una semana para salir de cuentas) me fui de boda a Extremadura, le había preguntado al ginecólogo si no era muy arriesgado ir pero me dijo que si me ponía de parto tenía tiempo suficiente para llegar a Madrid, así que no me lo pensé y fui a la boda de mi amiga.

Ya el viernes cuando llegué al pueblo empecé a tener dolores, me llamó una amiga (mi amiga Eva que es enfermera) para saber cómo estaba y al decirla lo de los dolores se asustó y llamó a mi amiga Bea (la que me dejó todas las cosas para Garbancita) que como había dado a luz un año antes (a la preciosa Valeria), sabría de qué eran los dolores. Así que me llamó Bea y me dijo:  "creo que eso son contracciones, Ana, si te pones peor ve al hospital". Por la noche vinieron a verme a casa Paco y Nuria (amigos de toda la vida). Esa noche había una ronda de boda para la novia (el novio con los amigos iba a rondar a la novia, que se encontraba en casa de sus padres el día antes del evento, se cantan canciones típicas del pueblo y un poco pícaras) como yo no podía ir pasaron a verme porque estaban preocupados por cómo me veían (a punto de explotar). Yo intenté tranquilizarlos y les dije que no se preocuparan que Garbancita aún aguantaba dentro.

Yo ya empecé a asustarme, pero había tenido dolores sólo por la tarde y luego por la noche había estado bien.

Así que el sábado me fui a la pelu para arreglarme para la boda, ah, la boda era de mi amiga Marisol (amigas desde niñas). Y no se me ocurrió otra cosa que pintarme las uñas de las manos, algo que nunca hago.

Me puse el único vestido en el que pude entrar después de mucho buscar, y loca de mí, me subí a unos taconazos (mierda de lema antes muerta que sencilla), sin pensar en el empedrado que tiene el suelo de Trujillo (es casi imposible andar con tacones y con 20 kilos de barriga ni os cuento). Por la tarde en la iglesia tenía los pies súper hinchados, y allí mismo me tuve que quitar los zapatones y ponerme unos planos (entre el barrigón, los zapatos planos y los tobillos de elefante parecía una señora tipo años 50).
 
 

 

En el restaurante hubo un cocktail de entrada, toda la gente estaba de pie, menos yo que tuve que poner una silla en medio de todos porque no podía ni con la barriga ni con mis pies, y Garbancita no se colocaba. Mis amigos no me dejaron en ningún momento, estuvieron pendientes de mí toda la boda, me ubicaban la silla, me traían para comer, para beber, me llevaban el bolso, me acompañaban al baño, se sentaban a mi lado... ¡Me sentí como una reina! ¡¡¡mil gracias amigos!!!!
 
 
Después de cenar nos tuvimos que ir a casa, estaba hecha polvo y súper agotada, parecía que me hubiera atropellado un camión. Me perdí el baile y todo el momento chuches, (en las bodas de mi pueblo los novios para la barra libre suelen poner chuches o algo para picar) ¡¡que me encantan!!

De madrugada, una de las veces que me levanté al baño, vi que había expulsado el tapón mucoso, pero no me puse nerviosa, según me habían dicho podía volver a regenerarse. El martes fui a monitores y al ginecólogo,  éste me dijo que no me preocupara que contracciones no tenía "tienes tantas contracciones como yo o tu marido" (aunque yo no podía ni estar sentada de los dolores que tenía) y me recalcó  que era mejor provocar el parto. Así que avisé a mi familia para decirles que al día siguiente Garbancita estaría con nosotros.


No hizo falta provocar el parto. Habíamos acabado de comer, a mí me había costado porque con los dolores que me iban y venían no pude casi comer y fui a lavarme los dientes, allí noté como parecía que me estaba haciendo pis, me senté en el baño, y cada vez que me ponía de pie, me hacía pis otra vez, me tuve que cambiar tres veces de ropa.  Mi madre que estaba conmigo enmpezó a controlar cada cuanto tiempo tenía los dolores, que según el ginecólogo no eran contracciones. Cada siete minutos me quedaba sin poder moverme de lo fuertes que eran. Así que mi madre llamó a Luisín que estaba durmiendo la siesta y nos fuimos al hospital.

Allí nuevamente me pusieron los monitores, yo me moría de dolores, tan pronto tenía frío como calor, tan pronto quería que me abanicaran como que tan pronto daba un manotazo al abanico o al que lo sujetaba, para que no lo hicieran, aquello fue horrible nunca había tenido unos dolores similares. Y menos mal que mi madre, que siempre lleva un bolso como el de Mary Poppins (se puede encontrar de todo), tenía el abanico.
 
El ginecólogo de urgencias me dijo que había empezado a dilatar y que me ingresaban en ese momento.
 
Ahora yo me acuerdo de toda esa gente que me decía: "las contracciones son como un dolor de regla pero más fuerte". Y UNA MI... mis contracciones eran horribles, cada vez que me venía una me sentía morir, sudando, sin poder respirar, retorciéndome del dolor. Y aquello no había hecho más que empezar...





2 comentarios:

  1. Hola Ana, gracias por compartir tu día a día como madre, en muchas cosas me identifico contigo. Te he nominado para el "Best blog" te dejo el enlace. Un abrazo,
    http://www.deorugasymariposas.com/2014/06/me-han-nominado-al-premio-best-blog.html

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  2. Estoy segura q tu blog quedará en buenísimo puesto porque lo escribes genial! Al leerlo dan ganas de q no acabe!!!
    Por cierto guapísima en la boda de Marisol y puedo asegurar que fuiste una campeona y aguantaste como tal aquel empedrado Trujillano y el resto de horas y sin quejarte! Yo no habría podido!

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