miércoles, 9 de julio de 2014

Probando todo lo que se podía comprar

Pues como os dije, Garbancita, tenía el síndrome de la cuna con pinchos. Ella se dormía en brazos, pero era ponerla en la cuna y despertarse como un resorte.

Temíamos las tomas nocturnas, porque le costaba mucho mamar, gritaba, lloraba, hasta que por fin lo conseguía, luego venía el cambio de pañal e intentar dormirla, era toda una aventura, nos costaba horas, y cuando ya lo habíamos conseguido, nos tocaba la siguiente toma. Vuelta a empezar.

Una vez que conseguíamos que se durmiera, era ponerla en la cuna y ponerse a gritar. Otra vez a cogerla en brazos y a pasear pasillo arriba pasillo abajo.

Yo estaba desconsolada, hecha polvo, con las hormonas revolucionadas... no podía más. Tengo que agradecer que en todos estos momentos, conté con la ayuda de Luisín, que por suerte o desgracia estaba y está en paro. Con lo cual no me dejó ni una noche sola con Garbancita llorando sin parar y yo sin saber qué hacer con ella.

Así que nuestras noches se convirtieron en largos paseos con ella en brazos e intentando calmarla, unas veces nos costaba dos horas, otras tres y otras no dormíamos en toda la noche. A día de hoy, no sé cómo pudimos aguantar.
 
Voy a hacer un inciso aquí: en Madrid estamos solos, pero nuestras familias intentaron echarnos una mano viniendo a acompañarnos, lo que pasa que entre la nueva situación, los llantos de Garbancita, el carácter de cada uno resultó ser peor el remedio que la enfermedad.

Probamos todo lo habido y por haber en el mercado. Nos dijeron que le pusiéramos un proyector con estrellas y música para que se tranquilizara y cogiera el sueño. Fuimos a comprarlo, que anda que no cuestan. Compramos una tortuga monísima, rosa, con estrellitas y distintos colores, y ¿para qué? para nada, Garbacita dormía bocabajo y no veía ni sentía ni las estrellas, ni la música ni nada.

Ahí tenéis a la tortuga.
Con todo a oscuras proyecta estrellas y tiene música.
 

Que compráramos el cojín antivuelco porque ella se sentía como protegida y sentía tope en la cabeza como cuando estaba en el vientre materno. Mandé a Luisín a comprarlo, pero los precios nos parecieron desorbitados, así que con nuestra inexperiencia, tiramos de ingenio, lo poco ingeniosos que podíamos ser en aquella época, porque nuestras neuronas dormían continuamente, el caso es que le pusimos una toalla enrollada alrededor de su cuerpecito. Ni tope, ni nada, ella seguía llorando sin parar. Sólo se calmaba en brazos y a veces ni eso.

Nos sugirieron que le compráramos un móvil, de estos que pones en la cuna, gira y tiene música. Ese por suerte nos le habían regalado. Lo sacamos de su embalage y Luisín se lo colocó con toda su santa paciencia, y ¿para qué? para nada porque ella como ya os he dicho, dormía bocabajo y no le gustaba nada que no fueran los brazos.

 

El móvil es de Imaginarium. Hay muchos en el
mercado, pero todos similares.
 
 

Llegamos a un punto en el que cuando se quedaba dormida no se oía nada en nuestra casa, las puertas se cerraban y no se volvían a abrir, nos sabíamos las tablas de la tarima del suelo que teníamos que pisar para que no crujieran, quitamos el volumen a todos los teléfonos, las pilas a todos los relojes, la luz al telefonillo y al timbre de la puerta. Creamos hasta un sistema para que los vecinos pudieran llamar a casa y que Garbancita no se despertara. (En realidad nos valió de poco).
 

 
 
 
Así que ante la necesidad nuestra de dormir y la suya de estar en brazos empezamos a hacer turnos. Por la noche cuando se despertaba para las tomas, yo me levantaba y le daba el pecho, como luego no había forma de que se volviera a dormir, su padre se quedaba con ella paseando a oscuras susurrándole por toda la casa. Si conseguía que se durmiera la metía en la cuna, si no lo conseguía esperaba hasta la siguiente toma.
 
El padre de la criatura dormía sólo tres horas al día... en el próximo post, os contaré cómo lo hacíamos.

2 comentarios:

  1. Madre mía! Qué agotamiento deberíais llevar, no?...es pensarlo y ya me canso hasta yo! Jajaja

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  2. Te entiendo perfectamente... Yo también compré de todo... al final a dormir a mi cama, hoy en día con dos años y medio seguimos durmiendo juntos. Como dicen tranquila con 15 años no querrá dormir contigo, y yo digo ya pero no sé si llegaré viva!!! Al final recuerda que todo pasa y llegan nuevas movidas!! animo!

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