jueves, 31 de marzo de 2016

Febrero 2015, Segunda Parte

Bueno pues como os decía rogamos que le hicieran las pruebas de la alergia a la proteína de leche de vaca, nos costó mucho de verdad, no entiendo como algo de esto no lo hacen con más rapidez y hay que rogarlo tanto, de verdad.

Bueno pues se las hicieron y nos mandaron para casa con el diagnóstico de intestino contaminado... en fin. El caso es que nos fuimos para casa y allí procuramos que ella llevara una dieta blanda para que pudiera recuperar todo lo que había perdido de fuerzas, de peso y demás.

Casualidades de la vida, nosotros seguíamos sin tener los resultados, un día como a las dos semanas de todo esto, acompañando a la abuela de Garbancita a la peluquería me encontré con que la peluquera que le iba a atender le comentaba a una clienta lo que había pasado con su hija de pequeña porque la niña no comía y tuvo que rogar en varias ocasiones que le hicieran varias pruebas y ante la negativa, se buscó un pediatra que fue el que curó a su hija. 

Así que yo, que estaba escuchando toda esa conversación y a pesar de mi timidez, le pregunté a la peluquera, ella me contó todo su calvario y ni que decir tiene le pedí el número de teléfono del pediatra.

Me faltó tiempo para llegar a casa y llamar por teléfono, me dieron cita muy rápido y allí fuimos los tres Luisín, Garbancita y yo. El pediatra Don Antonio Jesús Galindo Sánchez, nos atendió de maravilla, con un cariño y una paciencia, nosotros que estábamos desesperados le bombardeamos a preguntas y él con toda su tranquilidad trató de explicarnos todo y sobre todo trató de tranquilizarnos porque él nos dijo que sí o sí iba a buscar una solución.

Nos fuimos de allí ya con las pruebas de celiaquía, alergia a la proteína de la leche y una analítica general pedidas, además de que él habló con el laboratorio para que por favor aceleraran el proceso de los resultados todo lo que pudieran por la situación de Garbancita.

Al día siguiente, como un clavo, estábamos en los laboratorios, sitio donde nos atendieron también muy bien con mucha amabilidad y con mucha dulzura a Garbancita.

Todo esto nos parecía irreal, que de repente, después de tanto tiempo alguien se preocupara por todo lo que nos estaba pasando, que alguien nos escuchara y que encima intentara dar con la solución nos parecía un sueño.

Los resultados no tardaron ni tres días en llegar y por supuesto Garbancita tiene IPLV, es decir, es Intolerante a la Proteína de Leche de Vaca. Con todo lo que eso significa, para nosotros fue un verdadero descanso, de verdad, el tener una solución fue algo, no sé cómo explicarlo. De repente el corazón que siempre lo teníamos encogido, respiró.

Esa misma noche nosotros ya cambiamos la leche de vaca (la cual Garbancita no quería ni ver) por leche de soja. Fue su primera papilla con esa leche y no os hacéis una idea de lo bien que se la tomó y de lo bien que le sentó. Es más al día siguiente ella misma pidió más.

Al día siguiente ya empezamos a controlar su alimentación, cambiamos los yogures, leíamos todas las etiquetas, toda la carne era de carnicería nada envasado, las galletas todas del Mercadona que por suerte es de los pocos supermercados que se preocupa por estos temas, ... en fin, que si queréis os lo cuento en un post aparte. 

Pero que en cuestión de una semana Garbancita parecía otra, de verdad, mucho más alegre, risueña, tranquila, dormía incluso mejor. Fue de verdad un gran avance para nosotros, pero claro esta detección tan tardía tuvo y tiene sus consecuencias....

En el siguiente post, os cuento....

martes, 15 de marzo de 2016

Febrero de 2015

Aquí estoy de nuevo! ahora sí que sí quiero retomar el blog, he recibido tantos comentarios de mamis y tantos ánimos porque siga contando mi historia que allá voy. Sigo con la historia de Garbancita.

Ya os conté cómo después de 9 meses de sufrimiento le descubrieron una intolerancia a la lactosa, pero la cosa no se quedó ahí, la cosa continuó. Es verdad que Garbancita sin la lactosa iba mejor pero no quería ver un biberón ni en pintura. Así que nosotros con nuestra santa paciencia seguimos con las papillas durante meses.

En febrero de 2015, el año pasado, ella tenía 17 meses, y empezó a estar muy malita de la tripa, hacía unas cacas horribles, vomitaba todo lo que comía, estaba muy triste y apática. Ni que decir tiene que la llevamos al médico varias veces, tanto a urgencias como a su pediatra, donde nos decían que era una gastrioenteritis que en breve se le quitaría, que era muy normal en los niños que iban a guardería.

Recuerdo que una madrugada tuvimos que ir a urgencias porque ella no paraba de hacer caca, ahí decidimos llevarla por lo privado, y en la primera analítica que le hicieron decidieron dejarla ingresada porque no sabían lo que tenía y estaba deshidratada. Bueno no sé cómo habréis vivido esos momentos vosotros, pero a mí se me vino el mundo encima, pensar que la tenían que dejar ingresada tan pequeña porque sus padres no la habíamos hecho lo suficiente, o eso pensaba yo. Fue horrible y muy duro. Las lágrimas se me caían.

Los dos solos en Madrid con el hospital lejos de casa, tener que avisar al trabajo de la situación, turnarnos para estar cerca de ella y a la vez tener unos minutos para comer y ducharnos, fue durísimo porque era todo nuevo para nosotros y todo un descontrol.

Estuvo tres días ingresada a base de suero mientras le hacían pruebas y perrerías, llegaron a pincharla hasta cinco veces porque no eran capaces de hacerlo bien a la primera. Recuerdo que en una de estas, Luisín se encaró con la enfermera y le pidió por favor que pusiera un poco de cuidado porque Garbancita tenía ya los brazos, las manos y las muñecas llenas de pinchazos, a lo que la enfermera le respondió que con esa actitud iba mal por la vida. Imaginaos nuestra cara...

Cómo os digo a los tres días le dieron el alta, porque al estar a base de suero ella ni vomitaba ni hacía caca con lo cuál decidieron que ya estaba curada.

Estuvimos un día en casa y a la noche siguiente tuvimos que volver al hospital porque ella estaba igual, cada vez que comía algo sólido o bebía algo vomitaba sin parar y tenía una diarrea exagerada. En urgencias avisamos de que habíamos estado justo hacía un día y nada más ver como estaba la niña decidieron que lo mejor era volver a ingresarla.

Otra vez a pincharla para cogerle una vía, a sufrir porque ella pobre quería moverse pero con el brazo así era imposible, a empezar a hacerle pruebas... en fin un horror. 



En esta ocasión pedimos que por favor la viera alguien de digestivo ya que para nosotros, padres, nos parecía raro que fuera una gastrioenteritis después de tantos días y que ella no mejorara. Nos dijeron que el protocolo decía que hasta que no pasaran 20 días en los que Garbancita siguiera sin mejorar no podían avisar a nadie de digestivo, con lo cual teníamos que esperar a que pasaran esos 20 días. Lo veis lógico? un bebé de 17 meses sin comer, sin moverse de la cama, sin reír, sin jugar,... enganchada un suero 24 horas durante días, lo veis normal?

Ni que decir tiene que Luisín puso el grito en el cielo y removió el cielo y la tierra para buscar una solución porque no podíamos seguir viendo sufrir a Garbancita sin una solución.

Conseguimos después de mucha lucha que el de digestivo viniera a verla antes de lo que marcaba el protocolo, le hizo varias pruebas de las cuales concluyó que Garbancita tenía una contaminación intestinal (no llegamos a entender que era) y con lo cual colón irritable. Con 17 meses colón irritable? no dábamos crédito... pedimos por activa y por pasiva que le hicieran las pruebas de la alergia a la leche de vaca y al gluten, nos costó lo nuestro pero se las hicieron....

Y continuará....