miércoles, 10 de diciembre de 2014

Los Contínuos Desafíos De Garbancita

A día de hoy Garbancita tiene 18 meses, y creo que cada día que pasa me siento más inútil con ella. Es lo mejor que me ha pasado en el mundo y la quiero con locura pero me hace sentir muy inútil y muy mala madre, más de una vez le he dicho "hija que ingrata eres".

Y es que yo he cambiado mi vida completamente por ella, porque quiero verla crecer, quiero vivir cada cosa con ella, quiero estar presente en todos sus descubrimientos, quiero estar con ella sin más.

Pero por suerte, con los tiempos que corren, tengo trabajo y no he podido cuidarla todo lo que me hubiera gustado, a sus 5 meses y medio me incorporé a trabajar y ella pasaba todo el día con su padre.

Ya de bebé por las noches sólo quería estar con él, era con quién más se tranquilizaba. Yo ponía todo de mi parte pero la niña no me quería.

A la hora de comer nos pasa lo mismo, Garbancita a mí me vacila, yo me armo de paciencia, le canto, le hago juegos, le pongo los dibujos, pero ella dice "no, no, no" y conmigo no quiere comer. Y cuando digo que no quiere comer es que no se toma ni una cucharada. Llega su padre, se sienta coge la cuchara y en menos de 5 minutos Garbancita se ha comido todo el puré. Yo me quedo alucinada.

Luisín siempre me dice -"es que tú no le cantas, no le hablas, y por eso no come contigo. Te tienes que sentar tranquila y hacerle títeres, ya verás como ella come", es más, en más de una ocasión me ha culpado a mí de no quererle dar de comer. Así que yo le he dicho, "quédate y ves lo que me hace". Me ha costado meses y meses que se diera cuenta que realmente es cierto lo que yo digo. Conmigo no quiere comer. Y a mí eso me frustra mucho. Es más la niña prefiere comer con mi madre antes que conmigo, así que cuando está mi madre yo le dejo a ella que le de de comer y así disfruta de su nieta.

Ya más o menos lo llevo bien, me he resignado, pero ha habido una época en la que le cogí auténtico miedo a Garbancita, era llegar la hora de la cena que era cuando yo se lo tenía que dar (porque claro Luisín ya le daba el desayuno, la comida y la cena) y me temblaba todo el cuerpo porque me pasaba todo el día pensando en el pollo que me iba a montar. Pero yo me armaba de paciencia y hacía lo que podía, que en realidad no me servía para nada porque ella se negaba a comer conmigo en rotundo.
 
Así que había días que si podía me escaqueaba, no sin antes llevarme la reprimenda de Luisín que decía que yo huía de darle de comer. ¿Pero y cómo no iba a huir? ¿Qué necesidad tenía yo de pasar esos nervios continuos cuando con su padre comía en dos minutos?
 
Si estamos en casa ajena o comemos fuera yo me pongo de los nervios, porque sé que me toca a mí darle de comer por regla general porque Luisín siempre tiene mil cosas que hacer y nunca está a la hora que lo necesitamos...(le reclaman para todo) así que lo que hago es: primero retraso la hora de darle de comer por si por algún casual vienen mi madre o Luisín y me quitan esa tarea y segundo si hay alguien mirando que no sea de confianza yo me pongo muy nerviosa y es peor aquello que los gritos de Garbancita así que vernos a las dos en la hora de la comida es un show.
 
Para estas situaciones ya he tomado una determinación y es que si estamos cerca de casa y Luisín no está para darle de comer nos vamos a casa y allí le doy de comer, que es un trastorno sí, pero yo tengo que buscar mi seguridad y para mí es esa, estar en un lugar que nos resulte familiar y donde no nos vea nadie.
 
Pero es que a la hora de dormir pasa lo mismo, si yo la cojo para dormirla en brazos a mí me protesta, me chilla, me llora, se me levanta... Pero es cogerla su padre y ella quedarse quietecita y tranquilita y ponerse a dormir.
 
Yo me pongo de los nervios porque ¿qué hago yo mal para que no quiera dormirse conmigo?. Pues sí así es. Todo es papá, papá, papá.
 
Cuando está malita tiene mucha necesidad de dormir con nosotros, ella está más tranquila y duerme mejor, pero como a su padre se le ocurra levantarse de la cama para ir al baño o para lo que sea, ella se pone a gritar sin consuelo, como si su padre la fuera a abandonar. Yo le digo: "tranquila que está mamá aquí", pero a ella le da lo mismo, sólo quiere a papá.
 
Si estamos en la calle o en casa y se cae o se da un golpe ella sólo encuentra consuelo en su padre. Yo puedo cogerla y abrazarla pero como esté su padre cerca, ella le echa los brazos a él y sólo quiere estar con él.
 
Y así mil situaciones más, así que tengo miedo de quedarme sola con Garbancita porque en cualquier momento se da cuenta de que no está su padre y el número que me monta a mí es de órdago!!
 
Todo hay que decirlo y es que Luisín es un padrazo, han estado un año entero sin separarse apenas. Pero también es muy recto con ella, yo le consiento todo con tal de que me quiera un poco, pero al padre le respeta bastante más que a mí y Luisín siempre dice: "es que a los niños les encantan los límites y como tú no se los pones...", frase que me hace mucha gracia que el que no se consuela es porque no quiere.....
 
Vamos que mi hija no me quiere.... tanto como a su padre.