jueves, 25 de septiembre de 2014

Odiando todos los ruidos de mi alrededor

Pues ya sabéis más o menos cómo era mi vida con Garbancita, Garbancita hasta los tres meses más o menos porque a partir de ese momento se convirtió en un PequeñoSuricato, no quería perderse nada de lo que le rodeaba. Estaba siempre atenta a todo, incluso luchaba contra sus ojos para no dormirse y no perder ripio de su mundo.
 
Recuerdo que cuando ella cumplió los tres meses (mi primera meta) estábamos en Galicia. La verdad es que el cambio como bien decía Luisín no lo noté mucho, ella seguía siendo puro nervio, seguía sin comer y dormía muy poco. Pero sí tengo que decir que por primera vez en tres meses yo me sentí un poco más liberada.
 
En Galicia está toda la familia de Luisín y para mi suerte son tres hermanas, su madre y una sobrina con lo cuál siempre había alguien que quería tener a mi PequeñoSuricato en brazos. Así que después de tres meses experimenté lo que era darse una ducha de diez minutos y poder aclarar el pelo con tranquilidad, comer sin necesidad de ser un pavo y salir a la calle a hacer mis cosas, algo que tenía más que olvidado.
 
Las hermanas de Luisín tenían los nervios de acero y si mi PequeñoSuricato lloraba y gritaba mucho ellas no se acobardaban y la cogían y la paseaban hasta que ella por fin se callaba. Llegaron a conseguir incluso que el PequeñoSuricato durmiera en el carro yendo por la calle. Cuando conseguieron eso yo casi me muero de la emoción. Mis ojos no daban crédito a lo que estaban viendo, ¡¡ Algo completamente utópico, PequeñoSuricato dormida en el carro!!!
 
Esto fue de camino a un centro comercial así que en cuanto la vi dormida rogué que por favor se hiciera el silencio, algo imposible sabiendo que estábamos en la calle, pero yo no quería (aunque daba igual lo que yo quisiera) que ella despertara, la veía tan tranquila y feliz... Así que a partir de ese momento cada vez que ella se dormía en el carro (en contadas ocasiones y 10 minutos como mucho) odiaba todos los ruidos de la calle. Me volví una loca.
 
Si pasaba un coche tocando el claxon yo quería matar al conductor. Si pasaba una moto quería pincharle las ruedas, si había niños jugando quería que viniera Herodes, si alguien tiraba una bolsa de basura al contenedor me parecía que no era el momento de levantar la tapa, si pasaba alguien en un patinete deseaba que se rompiera una rueda, si alguien arrastraba una silla quería gritar que se estuvieran quietos, si sonaba una pelota contra el suelo quería cogerla para tirarla a un tejado....Vamos todo lo que os cuente es poco. Me volví una paranoica de los ruidos y todos me sentaban muy muy mal, podrían despertar al PequeñoSuricato y yo no lo podía consentir.
 
Aún así todos mis esfuerzos eran en vano, porque ella por muy feliz que estuviera dormidita sus biorritmos y su curiosidad no la dejaban dormir más de diez minutos seguidos, así que bueno aprendí a convivir con mi corazón encogido para que nada la despertara durante el tiempo que ella dormía.
 
Cosas de una madre desbordada por la situación....

lunes, 15 de septiembre de 2014

Cómo descubrimos un truco para que Garbancita comiera

Pues así estábamos todos los días probando cosas nuevas, o buscando trucos para que ella tranquilizara y comiera un poco. Algo que le tranquilizaba mucho era el chupete, pero era incapaz de sujetarle, así que tuvimos que ingeniar miles de cosas para que ella pudiera sujetar el chupete sin nuestra ayuda. Llegué incluso a cosérselo a un du-dú para que cuando durmiera no se le cayera, pero nada sirvió, siempre se le acababa cayendo. Lo único que me quedó por probar fue pegárselo en la boca con celo, pero aquello ya me parecía demasiado.
 
Así que nada, todo el día con ella en brazos y sujetando el chupete con mi pecho.
 
En agosto decidimos irnos unos días con mi familia a ver si con un poco de ayuda yo podía remontar. Yo soy de un pueblo muy pequeño de Cáceres que está a 250km de Madrid, unas dos horas y media de viaje.
 
Por un lado me apetecía poder delegar en alguien pero por otro lado el pensar en las dos horas y media de camino con Garbancita llorando a moco tendido, me daba pavor. Así que Luisín decidió que entrenaríamos unos días antes, sí sí entrenar a Garbancita para un viaje largo.
 
Nuestra primera prueba fue ir al Xanadú (el centro comercial de la nieve como dicen aquí en Madrid), apenas 20 minutos de viaje. ¡¡¡Madre mía qué 20 minutos!!!. Sólo montarnos en el coche ya empezó a llorar, y a los dos minutos  empezó a gritar, así hasta que llegamos al destino. Cuando la cogimos para bajarla del coche tenía un ataque de nervios pobrecita... pero al ponerla en brazos se calmó. Menos mal pobre...
 
Bueno pues decidimos dar una vuelta por el centro comercial para que ella se tranquilizara y poder hacer el viaje de vuelta, con tan "buena suerte" que le llegó la hora de la toma. Buscamos la sala de lactancia, que la verdad tengo que decir que era preciosa, limpia y grande (porque lo de las salas de lactancia es otro post, he visto cada cosa) pero allí había más mamás y más bebés comiendo tranquilamente, así que yo fui incapaz de darle el pecho allí delante de nadie porque sabía que se iba a poner a gritar y alteraría a todos los niños de la sala. Así que le dije a Luisín que preparara un biberón, yo intentaría dárselo a ver qué pasaba. Aún sabiendo que no le gustaban las tetinas ni los biberones.
 
Luisín me preparó el biberón mientras yo la sujetaba a ella en brazos. Alucinaba viendo cómo comían de la teta los bebés de mi alrededor, aquello me parecía irreal. No sabía lo que era una toma sin un llanto, sin un grito y sin ponernos llenas de leche las dos.
 
Con toda nuestra santa paciencia empezamos a darle el biberón, primero sentados en los sillones que había en la sala de lactancia, donde estaban el resto de mamás, pero nada más empezar, ya comenzaron los números y los títeres, así que con los primeros gritos yo me puse muy nerviosa y decidí que era mejor meternos en un baño que había dentro de la sala de lactancia. Allí nos metimos porque si Garbancita lloraba, los otros bebés no estaban tan al lado. Y empecé otra vez a darle el biberón, pero no había manera. No quería y no quería.
 
Mientras yo peleaba con ella, a Luisín se le ocurrió lavarse las manos y secárselas con el secamanos, un secamanos viejo y antiguo que hacía un ruido espantoso, pues no sé qué le pasó a Garbancita pero fue escuchar semejante ruido y beberse el biberón de golpe. Yo miraba alucinada mientras le decía a Luisín que no quitara las manos de debajo de ese cacharro. Fue la primera vez que se tomó 90ml de biberón sin rechistar. Aquello me pareció maravilloso, se me cayeron hasta las lágrimas. No cabía en mí de gozo. Tanto es así que aquel biberón lo guardé como oro en paño aunque nunca más lo quiso.
 
A la siguiente toma, ya por fin en casa, probé a darle el pecho como acostumbraba, con mi pezonera, sin sujetador, con una toalla para limpiarnos pero además le dije a Luisín que tuviera el secador cerca por si acaso había que ponerlo. Y así fue, ella empezó a gritar nada más empezar a succionar, y fue ponerla el ruido del secador y ella chupar y chupar sin rechistar.
 
Para mí aquello fue ver el cielo abierto, por fin podía dar de comer a Garbancita. Habíamos descubierto el milagroso ruido del secador. Desde entonces el secador cambió de sitio, siempre estaba a mi lado y si salíamos a algún lado venía con nosotros. Tengo que decir que unas veces le funcionaba y otras no, pero por lo menos comía algo más.
 
Claro como el secador era grande empezamos a buscar algo que hiciera un ruido semejante y pudiéramos llevar o usar por la noche, porque poner el secador de madrugada como que nos daba mal rollo por los vecinos. Después de probar y probar ruidos, al final descubrimos una lima eléctrica que tenía para las uñas que no sé ni cuándo habría comprado y que a ella le calmaba, no tanto como el secador pero algo era algo.
 
Imaginaos la cara de la gente cuando venía a casa y nos veía: yo dándole el pecho, ella gritando, el padre con el secador en la mano como si de una pistola se tratase y yo al primer grito le decía a Luisín "dale al secador", y ella empezaba a comer, si paraba y empezaba a gritar otra vez le decía "dale más potencia" y con la máxima potencia comía un poco más.... Aunque lo que se dice comer no era su fuerte.
 
Vamos todo un show, o ¿me vais a decir que no?

lunes, 1 de septiembre de 2014

La aventura de salir a la calle

Después de unas estupendas vacaciones pegada a Garbancita, empezamos con la rutina... ¡Nueva entrada!
 
Pues como ya os he dicho Garbancita no dormía apenas como no fuera en brazos, y comer lo llevaba bastante mal, cada vez que le acercaba al pecho gritaba como una loca, no había consuelo, y con el biberón le pasaba más o menos lo mismo. Para que se tomara 30ml de biberón teníamos que pelear muchísimo.
 
Lo de salir a la calle era otro tema, por supuesto odiaba el carro, era meterla en el cuco y ella empezar a llorar sin consuelo. Un día haciendo la compra en el Carrefour, me paró una chica que también llevaba una bebé de días. Me contó que a ella le había pasado igual con el cuco pero que fue poner a la niña en el maxicosi y todo cambió porque así ella no iba tan tumbada y podía ir contemplando el paisaje. Y yo como estaba desesperada decidimos comprarlo.
 
La pusimos en el maxicosi todos llenos de esperanza, pero nada de nada, lloraba igual. Otro acto fallido.
 
Probamos a ponerla en la hamaca, una hamaca que llevaba su balanceo y todo, a la que le añadimos unos preciosos muñequitos,  pero nada de nada sólo quería estar en brazos.
 
Así que para salir a la calle empezamos a utilizar la mochila portabebés, un regalo que me hicieron en la empresa y que fue de lo más utilizado y aprovechado. Ni que decir tiene que el cuco, el maxicosi, la hamaca, todo se guardó intacto, no había tenido uso. Un dinero tirado...
 
La gente me decía que yo tenía que ponerla en el carro y dejarla llorar, que todo era cuestión de costumbre. ¿Cómo iba a ser cuestión de costumbre? Si hasta hacía apenas un mes había estado dentro de mí, ¿cómo sabía ella distinguir el carro de la hamaca o del maxicosi? ella por lo que fuera no quería ir en ningún sitio que no fuera pegada a nosotros.
 
Así que para poder salir algo, empezamos a ir con la mochila. Era su padre quien la llevaba casi siempre. Primero porque con él ella se tranquilizaba mucho y segundo porque él sabía manejarla muy bien.
 
A mí me montó tantos pollos en la calle que cogí un miedo atroz a salir con ella. Me costó como 8 meses atreverme a salir a la calle sola con ella y sin Luisín. Yo no era capaz de controlar la situación. Ella en la mochila iba muy a gusto incluso se dormía. Mientras fuéramos andando todo iba bien, pero si parábamos la pequeña fierecilla se enfadaba y le daba igual dónde estuviéramos, aquello era un escándalo.  No soportaba toda la gente de mi alrededor mirándome con dedo acusador, como si yo fuera la culpable de sus lágrimas.
 
A parte de las señoras mayores que ya han criado a no sé cuantos hijos y a no sé cuantos nietos que se te acercan para decirte cómo tienes que hacer las cosas. Recuerdo en un paseo que la niña se puso a llorar porque nos sentamos en un banco, yo la saqué de la mochila para poder calmarla, pero ella no se tranquilizaba, se me acercó una señora y me dijo: "niño llorón, bocabajo y cachetón". Yo que estaba de los nervios y esta señora que había venido a decirme que le diera un azote a la niña, ¿pero qué tipo de locura era esta?. Por educación la miré y me callé. Era mejor no decir nada.
 
Otra vez que estaba en la farmacia, y yo llevaba a la niña en la mochila, se me acercó una señora y me dijo: "qué niña más linda, pero es una pena que le hayáis acostumbrado a ir en brazos, una pena". Pero ¿esta señora me hablaba en serio? ¿un bebé de días podría acostumbrarse a algo?.
 
Así que después de varias historias como esta decidí meterme en mi búnker, que era  mi casa y donde me sentía segura, y si salía era siempre acompañada de Luisín.
 
Esto era sólo para ir a hacer la compra o ir a la farmacia, así que no os cuento que hemos estado casi un año sin salir a cenar o a comer, sin salir a tomar algo, sin salir a visitar a los amigos, sin salir a nada. Garbancita nos lo puso todo muy difícil...